Hoy decidí pintar en un lienzo móvil, en un plato de leche, y hacer fotografías, a 3.9 fotografías por segundo. Salieron mil ciento no se cuantas y me he quedado con 350. Al final seguro que sólo quedarán 40 o 50. ¡Que efímera es la belleza si no tienes una cámara a mano para captarla! Si te despistas un segundo, lo que fue ya no lo es.
Empecé con el blanco de la leche.
Pero la leche resultaba algo sosa, así que decidí añadirle color. Empecé con lo primero que tenía a mano, un líquido azul que uso para desinfectar las heridas de los perros.
Luego añadí unas gotitas de un colorante amarillo que encontré en el trastero, sobrante de cuando pinté el salón.
Más desinfectante azul para perros.
Como la cosa iba de maravilla, ya crecido, abrí un Marqués De Riscal de 2003, me tomé un par de copas y eché unas cuantas gotas al caldo-lienzo que estaba fotografiando. Al principio no me gustó mucho el efecto, pero cuando me bebí la tercera copa aquello parecía un caleidoscopio. Veste, ¡ya tienes otro uso para el vino! Monet no pintaba mejor.
Más desinfectante para perros.
Unas gotitas de aceite de oliva virgen.
Unas gotitas de crema catalana.
La mezcolanza se estaba poniendo monótona, había que pensar rápido. ¡Ya está! Aceite para motores de motosierras Stihl.
Bueno, ya es suficiente, las otras 300 quedan para mejor ocasión.